Ecos de Aquel País: La Historia Feliz (de Cañonero) Finaliza.

El apasionante intento de Cañonero por lograr la triple corona culmina tristemente cuando finaliza en cuarto lugar ante el ganador de Belmont Stakes: Pass Catcher.

Whitney Tower. Sports Illustrated. 14 de junio de 1971.

Antes de ser relegado al cuarto lugar, casi a cuatro cuerpos y medio detrás del caballo de Peter Kissel, 35-1 en las apuestas, Pass Catcher, el sagrado Belmont Stakes pertenecía al simpar Cañonero II. Él y su séquito venezolano hicieron la carrera y el día. Con sus banderas tricolores, su perseverancia en cantar y bailar y su despliegue de deportivismo después de ver perder a su pupilo, los suramericanos dieron crédito a su nación y a si mismos.

El Belmont solía ser referido como el secreto mejor guardado de Nueva York en cuanto a carreras se refiere, un evento realizado a principios de junio para beneficio de los oficiales de pista y unos pocos amigos cercanos y familiares. Ahora, en manos de la sabia promoción del director de la New York Racing Association, Alfred Gwynne Vanderbilt, la tercera manga de la triple corona finalmente ha calado en el público estadounidense en el mismo nivel de alta competencia que el Kentucky Derby y el Preakness.

Cañonero, por supuesto, era la clave, al atraer una amplia multitud (81036) que apostó casi 7 millones de dólares en el programa de nueve carreras de la pasada tarde sabatina, nada más en el Belmont se jugaron 1.555.368 $. Otros 1.176.898 $ fueron enviados mediante las ventanillas del primer experimento de Nueva York en apuestas a distancia para una carrera local, con mucha atención enfocada en Cañonero después de sus resonantes victorias en el Derby y el Preakness, los corredores de apuestas de la nación estaban ocupados, también, manejando las apuestas en uno de los espectáculos de carreras de caballos más atractivos en años. Pero entonces, para embromar a quienes lo habían catalogado como favorito 5 a 3 para convertirse en el primer ganador de la triple corona desde Citation en 1948,  Cañonero no pudo hacer el trabajo.

La derrota venezolana llegó con impacto de trueno. En cinco semanas el potro bayo había cambiado desde un desconocido que había estado 500 a 1 en el Caliente’s Derby Winter Book hasta la versión equina de “el amor de la gente”, una suerte de Carry Back, Kelso y Silky Sullivan mezclados en uno, un animal admirado tanto por sus logros singulares como por su colorido clan de seguidores que impresionaban a los aficionados estadounidenses por su confianza en el potro y su entusiasta, aparentemente extraña, manera de realizar su trabajo. “Su entrenamiento nos parece poco ortodoxo”, dijo Jimmy Jones, el último entrenador triple coronado, “pero tal vez ellos tengan un caballo poco ortodoxo en sus manos”.

Una cosa que el equipo venezolano del dueño Pedro Baptista, entrenador Juan Arias, y el jinete Gustavo Ávila no tenía en sus manos era un caballo listo para la carrera. La milla y media del Belmont en una pista profunda requiere, sobre todo, que el caballo esté a punto. Y a menudo es el caballo fresco que ha atravesado los obstáculos de Louisville y Baltimore el que estará apto para dar lo mejor de sí en esta primera prueba de distancia real para tres añeros. A pesar de todos los intentos por atenuar las diversas dolencias de Cañonero,  los entendidos sabían que el caballo no estaba listo para la prueba que se avecinaba. Una semana antes de la carrera tuvo erupción cutanea, una infección tipo pie de atleta y talones adoloridos. Perdió dos días vitales de ejercicios y engordó 50 libras (alrededor de 25 kg). Para el día de la carrera muy pocos de los profesionales viejos compartían el punto de vista del público de que nada podía parar a este caballo que podía venir de la nada, como hizo en el Derby, o hacerlo por si mismo como en el Preakness, y no hacer absolutamente nada equivocado. Mientras el público insistía en negar que había algo desventajoso para Cañonero, los apostadores inteligentes buscaban un caballo descansado.

Los entrenadores confirmaron el escepticismo con un número inusual de contendientes. Los 13 candidatos, solo una vez el Belmont ha tenido un grupo de participantes más grande, incluía algunos prospectos atractivos. Ahí estaba el hermano de Dr. Fager, Highbinder. Y el ganador del Futurity del año anterior, Salem. Y un nieto de Ribot llamado Purse Finder. Y un potro bayo por All Hands llamado Pass Catcher, que había sido preparado para Kissel por el entrenador Eddie Yowell. Yowell había estado en la ruta del Belmont en el pasado. En 1965 participó en este con Hail to All de Mrs. Ben Cohen. Cinco días antes del Belmont inscribió al caballo en la milla y octavo del Jersey Derby y lo ganó. También ganó el Belmont. La semana pasada, de nuevo cinco días antes del Belmont, corrió a Pass Catcher en el Jersey Derby, y su derrota por medio cuerpo ante Bold Reasoning fue convincente.

“Es divertido como funcionan estas cosas”, observó Kissel después del Belmont. “He estado entrenando dos tres añeros, ambos no son tan malos. Executioner ganó el Flamingo para nosotros. Luego se rompió un tobillo en la arrancada del Preakness y estará fuera de entrenamiento hasta este otoño. Corrimos a Pass Catcher siete veces hace un año, y después que terminó segundo en el Hopeful, Eddie y yo empezamos a pensar que podía ser el mejor de los dos. Pero entonces descubrimos que tenía un a fractura en la rodilla derecha, y no pudimos inscribirlo en las carreras hasta finales de marzo. No hubo manera de que estuviera listo para el Derby o el Preakness. Tenía esperanzas de correr a Pass Catcher en el Jersey Derby y a Executioner en el Belmont, y con algo de suerte ganar con ambos. Entonces, con Executioner fuera, pensé la semana pasada, ‘Que demonios, Pass Catcher es el único otro tres añero que tengo, así que también podríamos correrlo en el Belmont’”.

Solo que casi no corrió. Cuando Eddie Yowell llegó a su establo la mañana del día del Belmont, descubrió que Pass Catcher se había golpeado durante la noche y que su pata trasera derecha estaba empezando a inflamarse. A pesar del consejo del veterinario de la pista Dr. Manuel Gilman, Yowell decidió que el caballo hiciera la carrera.

En cuanto a Cañonero, estaba en suficiente buena forma física el día del Belmont, aunque no en el tope de su condición de carrera. Con banderas venezolanas ondeando, tambores repicando y voces resonando en una de las audiencias más exageradas que haya presenciado una carrera de caballos, todo estaba listo para la batalla. ¿Ganaría el Belmont un recién llegado? ¿O uno de los rostros conocidos como Jim French, Bold Reason o Twist The Axe? ¿O sería un día para los libros de records y para Cañonero? Esperando que Cañonero estuviera listo cuando se diera la partida, la multitud lo hizo favorito. Desafortunadamente las apuestas estaban equivocadas.

Estaban equivocadas porque el público no fue informado oficialmente, hasta después de la carrera, de que Cañonero estaba, en el argot de las carreras, “corto” para correr una milla y media. Como el veterinario Dr. William O. Reed observó la mañana después del Belmont, cuando Cañonero todavía mostraba signos de fatiga extrema, “El caballo estaba en perfecta condición física el día del Belmont y sus lesiones estaban tan atenuadas como fue declarado a la prensa. Pero debido a los dos días de interrupción del entrenamiento, solo estaba 75% preparado para correr la milla y media. No estaba en posición de infligirse ningún daño físico. Pero como les dije a sus manejadores, ellos estaban apostando a que el caballo pudiera ganar la carrera sin suficiente acondicionamiento. Tenían mucho que ganar y, después de todo, el caballo solo perdió por cuatro cuerpos”. Es muy lamentable que el público general no haya sido puesto al tanto de esta explícita información antes de apostar más de 1 millón de dólares a Cañonero.

Cuando la carrera empezó, Ávila, como había hecho en el Preakness, eligió entre salir con un paso deliberado o dejar que Cañonero corriera si quería hacerlo. Eddie Belmonte montado sobre Twist The Axe fue detrás de él, y también lo hizo Walter Blum sobre Pass Catcher. Bold Reason estaba ahí, seguido de Salem. Jim French se había quedado algo rezagado en el séptimo lugar, y ninguno de los otros apareció en el acto. Despues que Cañonero marcara parciales de 1:12 (2/5) en los primeros seis octavos y 1:37 para la milla, se hizo aparente que Ávila (o Cañonero) había sido muy ambicioso. Esto no era una milla y 3/16, como el Preakness, y el caballo se estaba cansando. Blum, mientras tanto, había dado algo de respiro a Pass Catcher en la recta. A mitad de camino, alrededor de la curva final, él dijo: “Me compenetré con él, y arrancó. En el poste del cuarto le quité la punta a Cañonero y saqué cinco cuerpos de ventaja. Perdí mi látigo en el remate, pero sabía que teníamos el campo libre”. Jim French, tan confiable como es, cargó por dentro para terminar segundo, a menos de un cuerpo detrás del ganador, mientras Bold Reason superó a un exhausto Cañonero por una cabeza para llegar tercero.

En la recepción posterior a la carrera casi la primera persona que abordó a Kissel fue el dueño de Cañonero. “Felicitaciones”, dijo Pedro Baptista cálidamente. “Gracias”, replicó Kissel, “pero es usted quien debería ser felicitado. Usted tiene un caballo maravilloso. Me siento muy mal por Cañonero y lo siento por usted, sinceramente siento que es una vergüenza romper una triple corona. Créame”.

Aún en la derrota Cañonero robó muchos flashes. Baptista continuó recibiendo ofertas para comprarle o arrendar su caballo, aunque él estaba muy ocupado consolando al entrenador Arias. “¡Anímate!” dijo él. “Nos hemos convertido en ricos y famosos, el caballo está bien y el futuro nos espera”.

Arias finalmente admitió que Cañonero solo estaba al 75% de sus facultades al dirigirse al aparato de partida, y que había habido razones para sacarlo de la carrera. “Si tuviera que hacerlo de nuevo, probablemente no lo dejaría correr”, dijo él, “pero sentimos que le debíamos la oportunidad de consagrarse en la historia de las carreras de caballos. Todavía siento que es un buen caballo y que lo entrené bien. Mi caballo corrió hacia la gloria”.

Suficientemente cierto. Cañonero fue vencido, si, pero de ninguna manera desgraciado. Los venezolanos tuvieron coraje antes de la carrera y gracia después de la misma. La única nota discordante fue que el público apostador estuvo desinformado. Pero si él nunca vuelve a correr en este país, y sin importar lo que haga en el resto de su carrera, Cañonero trajo un brillo, una luz animadora a las carreras estadounidenses que nunca podrá ser extinguida completamente.

Traducción: Alfonso L. Tusa C. 03 de junio de 2021.